domingo, 31 de enero de 2016

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #47)


Con mucha cautela me agachaba para apoyar el bate en el piso y coger las patas de la silla. Tan nervioso estaba que ni siquiera padecía la herida de la pierna. El tiempo tirano me jugaba en contra. Usando toda mi fuerza lanzaba la silla sobre la mesa. Rita aleteaba, espantada. Reaccionaba o terminaba lastimada. Despavorido corría hacia el hall de entrada. No quería mirar hacia atrás, primero tenía que salir de aquella casa desgraciada. La moto seguía estacionada. Desesperado buscaba ponerla en marcha. Si no arrancaba podía lamentar una tragedia. ¡Dios Santo, funcionaba! Unas gotas de sudor recorrían mi cara. La puerta de salida permanecía abierta. Volteándome veía a la paloma, volando en mi dirección como un águila. Metros atrás los drones acortaban distancia. Salíamos de la casa. La avenida estaba plagada de arañas mecánicas. Maniobrando evitaba pisarlas. Rita me escoltaba. Para incrementar la velocidad tenía que agarrarla. Estirando mi brazo lograba sujetarla. Si la apretaba demasiado podía lastimarla. Para evitarlo la metía en la cestilla que había atado al manubrio. Los drones no nos perdían pisada, pero había salvado a mi buena camarada.