viernes, 22 de enero de 2016

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #33)


Minutos antes de que el crepúsculo cayera, ocurría algo indeseado: decenas de drones golpeaban el techado de mi casa para sumirme en la más profunda desesperanza. Había logrado avistarlos desde la ventana que daba con el patio. Como kamikazes caían con estrépito para estrellarse, frenéticos de rabia. Cada estruendo me martillaba el alma. Aquellas cosas estaban demoliendo mi casa. El cielo parecía un lago contaminado. No había nubes, tan solo aparatos por todos lados ansiando atormentarnos. Como no podía ser de otra manera, el sótano nos servía de resguardo. Rita estaba exaltada. Con mis manos intentaba calmarla pero no lograba apaciguarla. Por supuesto, el bate me acompañaba. ¿Qué buscaban los alados tiranos? ¿Acaso pretendían intimidarnos? Tal vez perseguían infundirnos pánico para que nos entregáramos. Si nos rendíamos nos comían los gusanos. ¿Y si tan solo se trataba de un entretenimiento? Después de todo nos divertirnos con juegos macabros. Con los ojos cerrados pensaba en mi madre para recuperar la calma. La extrañaba más que la esperanza.