Circulaba por
el hall de entrada. Suspiraba, la moto seguía intacta. ¡Maldición, Rita no
estaba! La panera donde descansaba había sido abandonada. En su interior había
plumas muy pequeñas. Las tocaba. En esos instantes de pavorosa confusión oía un
estruendo. Algo había caído al suelo. Tal vez un ropero. Con bate en manos me adentraba,
despacio. No veía nada pero los oídos me iban guiando. En un cuarto de varios
metros cuadrados había un aparato. Volaba, era un drone desgraciado. En
cuestión de segundos lo golpeaba con mi palo macabro. El bicho volador
impactaba contra el suelo. Intentaba retomar el vuelo. No podía lograrlo. Para
su desgracia otro batazo lo tumbaba al suelo. Ya no podía levantarse. Había
sido aniquilado. Por mis venas circulaba un odio muy intenso. Tenía que
encontrar a mi compañera, sin importar que me metiera en nuevos problemas.