sábado, 2 de enero de 2016

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #15)

  
Dos días después los drones reaparecían. Como nubes espesas encapotaban el cielo azulado y me impedían ver el sol. Un techo negro envolvía mi triste mirada en la más profunda oscuridad. La media tarde se hacía atardecer. Para males, bajando las persianas que daban a la calle, me quedaba estupefacto ante la irrupción de unos aparatos con patas, similares a las arañas. Me llegaban a la cintura. Circulaban por las veredas con total naturalidad. Ojearlos causaba pánico. Tanto era así que retrocediendo tropezaba con la pata de la cama y de espalda caía al alfombrado de la habitación. Me había golpeado, pero había logrado bajar las persianas. Estaba desconcertado. Ni siquiera quería encender las luces del hogar. Tampoco usar el teléfono. Estaba condenado a convivir con el miedo y la oscuridad. En aquellas calles no había gato encerrado sino horrendas arañas que no podía asimilar.