Teníamos
que disparar, las águilas del infierno acortaban distancia y nos querían
masacrar. Acelerando bordeábamos el patio de butacas a toda velocidad. ¡Malditas
máquinas de Satán, un drone impío me forzaba a girar! En la terminación de un
pasillo había una escalera, y contra la pared, una rampa. Me dejaba llevar por
mis deseos de libertad. Subíamos como si se tratara de un tobogán. Recorriendo
palcos reducía la velocidad. Dos drones se elevaban, comenzaban a rastrear, tarde
o temprano nos iban a encontrar. Apagaba las luces de la moto. Por lo visto no
podían escuchar. Decidido a sobrevivir giraba el manubrio para regresar a la
escalera y escapar entre tanta desgraciada oscuridad.