domingo, 21 de febrero de 2016

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #69)


Su casa era modesta. Pintada de blanco, se estaba decolorando. Tan solo contaba con una puerta de madera, escoltada por dos ventanales. Como era de esperarse, tenían las persianas bajas. Por el portón de un garaje ingresaba la motocicleta. Había sacado el gato de mi camisa. A propósito me había arañado todo el pecho. Ella cerraba el portón y de inmediato lo aseguraba con un barrote de hierro. De su espalda colgaba la escopeta. No podía dejar de mirarla. Era una joven esbelta.
— ¿Te gustaría darte una ducha? —me sorprendía con una sonrisa.
—Entiendo que luzco cual pordiosero, por lo tanto, acepto sin impedimentos.
Reíamos como niños. Sus labios carnosos me tentaban a comerle la boca. Estaba enloqueciendo, éramos dos desconocidos. Tenía los dientes muy blancos. Por cierto sus pechos erguidos me estaban afiebrando. Dando media vuelta comenzaba a circular por un pasillo. Tenía que seguirla. A mis espaldas, el gato hacía lo mismo. Estaba olvidando a Rita, pero no me había quitado la mochila de encima.