domingo, 14 de febrero de 2016

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #63)


Las náuseas no cesaban de mortificarme. Agobiado vomitaba en el interior de una bolsa plástica. Estaba tan nervioso que buena parte del vómito había terminado en mi brazo. Rita revoloteaba. No podía calmarla. El aparato era espeluznante. Para nuestro bienestar se estaba alejando. Tras su paso demolía todos los obstáculos. Imaginen un cuadrúpedo gigante, con cuerpo de elefante, cogote de jirafa y cabeza de anaconda, de unos veinte metros de alto, tan negro como la noche, circulando por las calles desiertas. Ni en la peor de mis pesadillas podía soñar semejante cosa inmensa. Y eso que no había podido confirmar si presentaba una cola. ¿Quién lo había creado? Esas cosas no se reproducían, ¿o acaso copulaban? Claramente había gato encerrado, y no me refiero a Astor. ¿Dónde estaba el gato? Suponer que un aparato lo había lastimado me helaba la sangre. Necesitaba buscar algo que me sirviera de rampa. Ante una urgencia mi moto tenía que circular por la escalera.