lunes, 8 de febrero de 2016

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #58)


Cuatro días larguísimos y el gato no aparecía. El sol salía, entre tenues lloviznas. El lado positivo: no había drones a la vista. Tenía ganas de subir a la moto y por las calles andar sin dirección fija, pero si no diluviaba no salía. ¿Qué sería del felino? Si tan solo hubiera podido oír sus maullidos. Un trueno violento resonaba en el cielo. Y luego otro. Mi aspecto desaliñado lastimaba mis ojos. Me había mirado en un espejo rescatado entre los escombros. La barba de varios días cubría parte de mi rostro. Mi cabello ensortijado ya sobrepasaba los hombros. Lucía como un simio. De más está decir que descuidaba mi aspecto, pero la herida de mi muslo estaba cicatrizando. Repentinamente oía un maullido. Era la voz del gato, que desde ese día se llamaba Astor.