domingo, 28 de febrero de 2016

DRONES, LA INVASIÓN (EPISODIO #78)




El imponente portón de entrada al cementerio estaba abierto. Nos observábamos unos instantes y sin mediar palabras nos adentrábamos en la casa de los muertos. Nuestras motos recorrían los senderos pedregosos. Todo estaba en su sitio, los nichos, las bóvedas, los mausoleos, a no ser por el pasto voraz que ya había crecido lo suficiente como para confundir el predio con un terreno baldío. No se oía nada, ni siquiera un alma, y eso que estábamos en un cementerio. Lo cierto era que necesitaba descansar en un lugar seguro, por eso la había conducido a un camposanto. De hecho los músculos de mis piernas se habían dormido y tenía que esforzarme para mantener los ojos abiertos. ¡Bajemos acá!, le decía mientras apagaba el motor. Nos habíamos detenido frente a la puerta de una bóveda de unos veinte metros cuadrados. Astor, con las patas en el pasto, maullaba con los nervios desquiciados.
—Necesito descansar —le rogaba, bostezando.
— ¿Dónde?
—En esta bóveda, no le tengo miedo a los muertos.
—De acuerdo, por mi parte iré a recorrer las inmediaciones —se despedía, recogiendo el cabello con las manos.
La puerta de acceso estaba entreabierta. Era de hierro. Para la suerte de Rita, los maullidos del gato se estaban alejando. En el interior de la bóveda había cuatro ataúdes. El ambiente olía a flores nauseabundas. Era un olor insoportable que te impedía respirar, pero estaba tan extenuado que hasta podía dormir en un establo para cerdos. Ansioso, inspeccionaba los recovecos, buscando un espacio para reponerme del cansancio. En el fondo, subiendo dos escalones de mármol, yacía un ataúd donde descansaban los restos de un tal Giaccone. Su apellido me recordaba a don Corleone, el de la saga, y no sé por qué pero también a los drones. Un alfombrado verdoso rodeaba todo el ataúd. Sin vacilar me echaba en su suave superficie como quien se entrega a una ducha tras varios días sin aseo. Pese a que no disponía de una almohada, en cinco minutos ya estaba durmiendo, con Rita en mi pecho.